miércoles, 7 de noviembre de 2012

Huele a libertad...


Los rayos rozan mi piel
y sus tonos dorados se impregnan en ella.
Mis dedos acarician con dulzura
el agua salada del mar que se acerca brava a mi.
Mi mirada dirigida hacia el horizonte
observa la unión del océano  y el cielo.  
Siento que estoy en otro mundo.
Un lugar lejos de injusticias y tristezas,
donde puedo gritar de rabia
y mis gritos se ahogarían en la mar.
Mis pensamientos siguen el ritmo de las olas,
las cuales chocan unas con otras fundiéndose en una sola.
Respiro.
Me gusta el aroma que hay.
Es dulce y suave, pero tiene cierto toque de fuerza.
Sonrió.
Por fin, huele a libertad